casa de campamentos
Educar jugando,
vivir compartiendo
Un entorno natural para crecer
La Casa de Campamentos es un espacio pensado para acoger a niños y jóvenes en actividades de verano, convivencias y encuentros formativos. Rodeada de naturaleza, ofrece un entorno seguro y alegre donde se combinan el juego, la creatividad, la reflexión y la fe.
Aquí, cada experiencia está orientada a educar en valores como la solidaridad, el respeto y la responsabilidad, fomentando la convivencia, el crecimiento personal y la alegría de compartir desde el carisma de la Providencia.
Nuestra diferencia está en lo esencial
Educamos en valores, fe y comunidad, con el juego como lenguaje y la alegría como camino
actividades
Cada actividad fortalece la fe, el respeto y el trabajo en equipo
Senderismo, marchas a lugares cercanos, juegos en equipo, deportes, exploración de la naturaleza.
Pintura, trabajos en madera, goma eva, tejidos y otras actividades creativas.
Estas actividades incluyen: oración, celebraciones litúrgicas, momentos de reflexión…
Dinámicas de conocimiento e integración, y actividades para fortalecer el trabajo en equipo.
Representaciones teatrales, música, baile y otras expresiones artísticas.
Salidas a lugares cercanos como lugares de interés cultural, parques acuáticos, etc.
NUESTROS VALORES
El corazón de todo
lo que hacemos
En cada actividad, gesto y palabra que compartimos, buscamos transmitir valores que formen personas íntegras, solidarias y comprometidas. Inspirados por el carisma de la Providencia, acompañamos a niños y jóvenes en su crecimiento personal y espiritual, fomentando el respeto, la convivencia, la fe y el amor a la creación. Estos valores no solo se enseñan, se viven y se celebran cada día.
Fomentar el apoyo y la ayuda mutuas, así como la cooperación entre los participantes, creando un ambiente donde cada persona se sienta parte activa del grupo, valorada por lo que es y dispuesta a contribuir al bienestar común. A través de dinámicas, juegos y el trabajo compartido, se refuerza el sentido de comunidad y la importancia de construir juntos.
Se enseña a valorar y respetar a cada persona en su individualidad, promoviendo una convivencia basada en la empatía, la escucha y la aceptación. También se cultiva el respeto profundo por la naturaleza como parte del don de la creación, y se fomenta la apertura hacia las diferencias culturales que puedan surgir, entendiendo la diversidad como una riqueza que nos enriquece y nos une.
Crear un verdadero sentido de pertenencia y unión, donde cada participante se sienta acogido, valorado y parte de una gran familia. A través de la convivencia diaria, el trabajo en equipo y el respeto mutuo, se construye un ambiente de confianza y armonía, en el que todos colaboran, comparten y crecen juntos desde la alegría de sentirse uno con los demás.
En medio de las actividades, también hay tiempo para parar, respirar y mirar hacia dentro. A través de momentos sencillos de oración y reflexión, los participantes fortalecen su fe, descubren el valor del silencio y aprenden a confiar en Dios, Padre Providente, como guía en su camino. La espiritualidad se vive desde lo cotidiano, con profundidad y cercanía.
A lo largo de cada jornada, se anima a los participantes a tomar decisiones de forma consciente y responsable, valorando las consecuencias de sus actos y aprendiendo a cuidar lo que les rodea. Desde las tareas más sencillas hasta el respeto por el entorno natural, se promueve el compromiso personal y colectivo, cultivando hábitos que refuercen la autonomía, la responsabilidad y el sentido del deber compartido.
Se promueve el respeto profundo y el amor por la naturaleza, no solo como entorno de juego y aprendizaje, sino como parte del regalo de la creación. A través de actividades al aire libre y el contacto directo con el entorno, los participantes descubren la belleza del mundo que nos rodea y aprenden a cuidarlo como parte del Plan de Dios, reconociendo en la tierra un reflejo de su amor providente.
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