Jul 21 2025
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¿Cómo enseñar a cuidar la naturaleza desde la fe?
El cuidado de la naturaleza no es solo una cuestión ecológica, es también una vivencia espiritual. Enseñar a los niños y jóvenes a respetar el entorno no significa únicamente hablar de reciclaje o sostenibilidad, sino ayudarles a descubrir que el mundo que nos rodea es obra de Dios, un regalo de su Providencia que debemos custodiar con amor y responsabilidad.
Presentar la creación como don y no como recurso
Uno de los primeros pasos para educar en esta mirada es cambiar el enfoque: la naturaleza no está “para usar”, sino para acoger, agradecer y cuidar. Enseñar que todo forma parte del plan de Dios —el cielo, los árboles, los ríos, los animales— despierta una relación mucho más profunda con el entorno. No se trata solo de proteger, sino de amar lo creado.
Integrar la oración en contacto con la naturaleza
Una forma sencilla y poderosa de enseñar a cuidar la naturaleza desde la fe es rezar en ella y por ella. Un momento de silencio bajo un árbol, una oración de agradecimiento tras una caminata, bendecir el alimento reconociendo de dónde viene… todo ayuda a que los participantes descubran a Dios en lo pequeño y cotidiano.
Frases como: “Dios nos habla también a través del viento, del agua o del canto de los pájaros” pueden ser el inicio de una nueva sensibilidad.
Vincular el servicio con el respeto al entorno
Durante campamentos o convivencias, se pueden proponer actividades prácticas que refuercen este valor:
- Recogida de residuos durante una excursión
- Cuidado de jardines o huertos comunitarios
- Reutilización creativa de materiales en talleres
- Jornadas de “desconexión” tecnológica para reconectar con el entorno
Estas acciones, si se acompañan con un sentido, ayudan a unir acción y espiritualidad.
Conectar con el mensaje del Evangelio y el ejemplo de los santos
La Biblia está llena de referencias a la belleza de la creación, desde el Génesis hasta los salmos. Jesús mismo hablaba del Reino con imágenes tomadas del campo: la semilla, la vid, el trigo…
También santos como Francisco de Asís o Teresa de Calcuta vivieron una profunda unión con lo creado. Mostrar sus vidas inspira una forma de vivir más sencilla, agradecida y respetuosa.
Educar en la ecología desde la Providencia
El carisma de la Providencia invita a confiar en que Dios cuida de todo… pero también nos llama a ser colaboradores de ese cuidado. Educar en una espiritualidad ecológica es enseñar que cada acción cuenta, que respetar la tierra es una forma de amar al Creador, y que cuidar la creación es también cuidar de los demás, especialmente de los más vulnerables.
En resumen…
Cuidar la naturaleza desde la fe no es una asignatura extra: es una actitud, una forma de vivir. Cuando los niños y jóvenes aprenden a mirar el mundo con ojos de gratitud, respeto y responsabilidad, descubren a Dios no solo en lo sagrado… sino en lo verde, lo vivo, lo cotidiano.
Y eso puede cambiarlo todo.
